Tecnología para conservar la biodiversidad

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La naturaleza es esencial para el funcionamiento del planeta. Una gran biodiversidad y unos ecosistemas sanos ayudan a regular el clima y son sinónimos de una Tierra en buenas condiciones. Al mismo tiempo, ofrecen servicios vitales para las personas, ya sea alimentación, salud o economía.

La actual crisis de biodiversidad pone en riesgo el equilibrio del planeta y los servicios ecosistémicos, con graves impactos para todas las especies, no sólo a las personas. Esta crisis es comparable a los demás acontecimientos de extinción masiva ocurridos en el pasado, pero las causas en el caso presente se deben inequívocamente a la actividad humana.

El progreso de la sociedad y el auge de nuevas tecnologías están detrás del incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero, el calentamiento global, la deforestación, el cambio en los usos del sol y la contaminación, entre otros impactos.

Pero esta misma evolución tecnológica de la humanidad nos ha aportado también nuevos mecanismos que ayudan a proteger la naturaleza ya revertir los efectos de la crisis de extinción actual. Como ha ocurrido en otros muchos inventos y descubrimientos, la tecnología en sí no es mala, sino que depende del uso que se le pueda dar.

Monitorización desde el espacio

El espacio en torno a la Tierra se ha llenado en las últimas décadas de satélites que orbitan alrededor del planeta. Muchos de estos objetos han facilitado la comunicación entre sitios lejanos, así como han ayudado a entender fenómenos sólo observables desde el exterior, sobre todo a nivel climático.

La formación y evolución de ciertos eventos atmosféricos se ha profundizado gracias a los datos obtenidos a través de estos centinelas, que han permitido predecir mejor el impacto que pueden tener fenómenos como los huracanes o El Niño.

Al mismo tiempo, la captación continua de imágenes durante varios años ha facilitado también la detección de los cambios que sufren las áreas terrestres y marítimas del planeta, mostrando las zonas que se han degradado, así como las que se han recuperado.

La NASA lleva años utilizando los satélites que ha lanzado al espacio para colaborar con diversas entidades conservacionistas y grupos de investigación y realizar un seguimiento casi en tiempo real de los cambios que está sufriendo la Tierra. La información aportada por la NASA se combina con los datos obtenidos sobre el terreno por las organizaciones asociadas con el objetivo de ver cuáles son los impactos que estamos generando en el planeta y cómo podemos revertirlos.

En este sentido, la Agencia Espacial Europea (ESA) también es consciente de la importancia de la colaboración entre agencias espaciales y entidades conservacionistas para realizar un seguimiento de los ecosistemas y la biodiversidad.

Más cerca de nuestro país, el CREAF (Centro de Investigación en Ecología y Aplicaciones Forestales) también utiliza los satélites para analizar los cambios que sufren los bosques, las alteraciones en la vegetación y la evolución de los usos del sol en Cataluña, así como en otras áreas del planeta.

Teledetección de las poblaciones de animales

Sin embargo, los satélites no sólo nos dan información de estos cambios ambientales, sino que también nos pueden ayudar a conocer el movimiento de numerosas especies que recorren grandes distancias, como pájaros, ballenas o tiburones.

El uso de tags o localizadores que se vinculan con los satélites nos permite tener un control de las rutas que siguen muchas especies diferentes. Estos sistemas funcionan por medio de un emisor que se instala en algunos ejemplares y que emite una señal que detecta el satélite y que se reenvía a la base de datos del grupo investigador. Con la suma de estas señales, se obtiene la ruta que siguen a los animales. El principal inconveniente de este sistema es su coste y, aunque se ha abaratado con el tiempo, sigue siendo bastante caro, por lo que sólo permite marcar un número reducido de ejemplares.

Como alternativa, existe también la teledetección por medio de ondas de radio: la diferencia en este caso es el alcance reducido de la señal y la necesidad de tener gente de campo periódicamente para recibir las emisiones de los marcadores. Sin embargo, es una alternativa muy interesante para especies con un rango de movimiento más reducido.

Sea cual sea la tecnología a utilizar, el conocimiento de las rutas es vital para la conservación de especies migradoras o con una movilidad destacada porque permite saber cuáles son las áreas y hábitats clave para estos animales.

Un ejemplo reciente de la importancia del seguimiento con marcadores y de la información vital que se obtiene es el de una hembra de tiburón tigre en Indonesia: ha permitido detectar una zona de potencial importancia para esta especie que puede favorecer su conservación. Desgraciadamente, hace poco tiempo esta hembra fue capturada por pescadores de tiburones, muy activos en la zona a causa del comercio de aleta.

Nuevas tecnologías, nueva información para proteger la naturaleza

El seguimiento de las especies migradoras y la monitorización de los cambios en los ecosistemas han sumado recientemente un aliado con el auge de los drones. Estos dispositivos voladores ofrecen una alternativa intermedia entre la vigilancia de los satélites y el trabajo de campo clásico y pueden convertirse en una herramienta muy poderosa para la protección de la naturaleza.

Además, también se pueden equipar con distintos utensilios para acceder a lugares remotos y tomar muestras de ADN que permitan ampliar el conocimiento científico y ayudar en la conservación de diversas especies vegetales.

Precisamente, la mejora en las tecnologías de análisis y secuenciación genética ha motivado también un salto cualitativo en la protección de la naturaleza, sobre todo para aquellas especies más elusivas. Por medio del ADN ambiental, los equipos investigadores pueden tomar muestras de un río o de tierra y detectado si hay presencia de restos animales o vegetales. De esta forma, aunque no se hayan observado ejemplares o rastros directamente, se puede conocer si ciertas especies habitan áreas concretas a proteger o gestionar.

La tecnología, una herramienta al servicio de las especies

Los satélites, los emisores, los drones o el análisis de ADN ambiental son sólo una pequeña muestra de todas las innovaciones tecnológicas que se han generado en los últimos años con el objetivo de conservar la naturaleza y los ecosistemas.

Teniendo presente que el progreso humano nos ha llevado a la situación actual, también debemos ser conscientes de que la tecnología no es mala por sí misma. La mitigación del cambio climático, el seguimiento de áreas deforestadas, la monitorización del blanqueamiento de los corales o la lucha contra el tráfico ilegal de especies (increíble el trabajo de National Geographic con los colmillos falsos) son algunos de los ámbitos donde la tecnología ofrece infinitas posibilidades para hacer bien y ayudar a revertir la crisis de biodiversidad.

Además, numerosas de estas tecnologías también se encuentran al alcance de la ciudadanía y las empresas para que puedan aportar su granito de arena. Por ejemplo, con el uso de cámaras de fototrampeo que permiten profundizar en el entorno cercano o con los programas de información geográfica, como los usados ​​en Anthesis por el equipo de Naturaleza.

La situación actual es tan grave y urgente que no podemos permitirnos el lujo de obviar todas las soluciones que nos ofrece hoy la innovación. Por este motivo, es importante reconocer el papel de la tecnología en la conservación de la naturaleza y fomentar la creación de nuevas soluciones que nos lleven a conseguir una biodiversidad rica y unos ecosistemas sanos. Porque sin una naturaleza en buenas condiciones, no tenemos futuro.

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