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El cambio climático representa una amenaza global que afecta de forma dispar a las diferentes regiones, poniendo en riesgo no sólo los ecosistemas, sino también la estabilidad económica y social. En este contexto, el concepto de resiliencia climática tiene gran relevancia.
La resiliencia climática puede definirse como la capacidad de los territorios para anticiparse y adaptarse a los impactos del clima, minimizando los daños y aprovechando las oportunidades que puedan surgir. Esto va más allá de la simple adaptación, implicando la creación de mecanismos que fortalezcan la capacidad de respuesta frente a futuros riesgos climáticos.
Hay diferentes formas de hacer realidad esta resiliencia urbana. Existen estrategias que pueden ayudar a facilitar esta transición hacia ciudades y territorios más adaptados a efectos del cambio climático, a la vez que más sostenibles y justos.
Pero, ¿por dónde empezar?
Naturaleza y entorno urbano, una relación simbiótica crucial
La interdependencia entre la naturaleza y las especies que habitan en cualquier ecosistema, incluidos los entornos urbanos, es esencial para el mantenimiento de los servicios ecosistémicos, que son los beneficios directos o indirectos que la naturaleza proporciona a los humanos. Entre estos servicios se encuentran la regulación climática, la purificación del aire y el agua, la polinización, el ciclo de nutrientes y el control de plagas.
Los árboles y plantas urbanas, por ejemplo, actúan como reguladores microclimáticos. A través de procesos como la transpiración y captura de carbono, no sólo reducen las emisiones de CO₂, sino que también contribuyen a mitigar los efectos de la isla de calor urbano, un fenómeno causado por la concentración de superficies artificiales que absorben calor. La vegetación urbana puede reducir hasta 8 º C la temperatura en las zonas densamente pobladas.
Por su parte, la biodiversidad en entornos urbanos juega un papel crucial en el control biológico. Las interacciones entre predadores, presas y especies vegetales configuran redes tróficas complejas que mantienen el equilibrio en la población de insectos o roedores.
Para mantener este delicado ecosistema, y para promover que existan más espacios adecuados para la biodiversidad urbana, existen estrategias que pueden implementarse para impulsarlo:
Renaturalización urbana
Una de las acciones más efectivas para devolver la naturaleza a las ciudades es la renaturalización. Este concepto hace referencia al proceso de reintroducción de vegetación y especies animales que han desaparecido de un espacio urbano a raíz de la construcción de edificios, el asfalto de las calles, la introducción de carreteras… El objetivo es devolver el espacio a un estado más natural que pueda aportar beneficios no sólo beneficios por la flora y fauna autóctona, sino también por las personas.
Sin embargo, los proyectos de renaturalización no se limitan sólo a la restauración de hábitats y la reintroducción de especies, sino que se focalizan en identificar los procesos ecológicos y las interacciones que han desaparecido. Una vez reconocidos estos procesos, se eligen y reintroducen las especies adecuadas con el objetivo de recuperar las funciones ecosistémicas perdidas.
Infraestructura verde
En el proceso de renaturalización se incluyen proyectos de infraestructura verde. Este concepto se refiere a una red estratégicamente planificada de zonas naturales, seminaturales y otros elementos ambientales, diseñada y gestionada para ofrecer una amplia gama de servicios ecosistémicos y preservar la biodiversidad tanto en áreas rurales como urbanas.
La infraestructura verde se concibe como una red de espacios y elementos que aumentan la resiliencia frente a impactos como el cambio climático, contribuyen a la conservación de la biodiversidad y benefician a las poblaciones humanas a través del mantenimiento y mejora de los servicios ecosistémicos.
La población humana depende de los recursos proporcionados, directa o indirectamente, por las funciones de los sistemas naturales y por la biodiversidad que éstos sustentan. Por tanto, la infraestructura verde busca mantener, conservar o imponer estos servicios ecosistémicos que son tan vitales por la subsistencia humana.
Implementación de soluciones basadas en la naturaleza
Por último, existe la implementación de soluciones basadas en la naturaleza (nature-based solutions en inglés). Estas soluciones responden a los retos humanos aprovechando las funciones y procesos naturales, en lugar de depender exclusivamente de la ingeniería y tecnología humanas. Se trata de una estrategia para recuperar las funciones naturales de los ecosistemas, restaurar el planeta y aumentar nuestra resiliencia frente a la crisis climática.
Cuando utilizamos la naturaleza en lugar de cemento y maquinaria, descubrimos que podemos reducir el riesgo de desastres naturales, mejorar la productividad agrícola, preservar la salud humana y hacer que el cambio climático sea más llevadero. Por ejemplo, los árboles absorben contaminantes, amortiguan el ruido y enfrían el aire; los humedales y los jardines pluviales reducen el riesgo de inundaciones; los manglares y humedales actúan como barreras naturales contra tormentas; los espacios verdes fomentan el ejercicio físico, el alimento espiritual y la interacción comunitaria; etc.
La descarbonización, una meta que debemos seguir conservando
Es fundamental que la meta Net Zero (emisiones netas de carbono cero) siga existiendo como objetivo central para las ciudades de todo el mundo, especialmente en el contexto de la emergencia climática actual.
La resiliencia climática debe andar de la mano con la mitigación del cambio climático. Las ciudades deben prepararse para un futuro más incierto, pero no pueden hacerlo sólo adaptándose a las consecuencias. Sin una reducción drástica de emisiones, la adaptación será insuficiente, puesto que los efectos del cambio climático seguirán intensificándose.
Para seguir impulsando las medidas de reducción de emisiones, existen dos estrategias que se pueden implementar:
Definición de acciones para reducir emisiones
Para avanzar hacia una meta Net Zero, es crucial que los entornos ubarnos tengan un plan con acciones definidas sobre cómo reducirán sus emisiones. Esta estrategia debe ser clara y concreta, estableciendo objetivos mensurables que permitan a las ciudades evaluar su progreso a lo largo del tiempo. Además, un plan bien estructurado debe considerar la interrelación entre distintos sectores, reconociendo que las emisiones no provienen sólo de una sola fuente. La colaboración entre gobiernos locales, empresas y ciudadanos es fundamental para garantizar que las acciones sean efectivas e inclusivas.
Un proyecto viable que ejemplifica esta idea es la iniciativa de bajas emisiones, que busca reducir el impacto ambiental mediante la implementación de zonas de bajas emisiones en las ciudades. Estas zonas limitan el acceso de vehículos contaminantes, fomentando el uso de transportes sostenibles y mejorando la calidad del aire. Así, los municipios pueden establecer objetivos claros, como la reducción del tráfico de vehículos a motor en determinadas áreas, promoviendo alternativas como el transporte público y la movilidad a pie o en bicicleta.
Impulso de la eficiencia energética
La forma en que las ciudades y las organizaciones producen, consumen y gestionan su energía está cambiando rápidamente, impulsada por la preocupación por la volatilidad de los precios de la energía, el cambio climático y los avances tecnológicos. Esta transformación no sólo es necesaria para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, sino que también supone una oportunidad para la innovación y la sostenibilidad.
Para mejorar la eficiencia energética de las ciudades, se pueden implementar distintas soluciones. Una de las más efectivas es fomentar la instalación de energías renovables locales como paneles solares y aerogeneradores en edificios e infraestructuras públicas. Esto no sólo reduce la dependencia de fuentes de energía externas, sino que también disminuye las emisiones de CO₂.
La ciudadanía, la última pieza y la más importante
La ciudadanía es quien experimenta de primera mano las consecuencias de la crisis climática. El aumento de las temperaturas, la intensificación de los fenómenos meteorológicos extremos y la degradación del entorno son realidades que afectan a la vida cotidiana. Por tanto, es esencial que los ciudadanos tengan voz en el diseño de políticas que les afectan directamente. Su participación puede aportar conocimientos y perspectivas diversas que a menudo son ignoradas en el debate político.
La colaboración entre la ciudadanía y las administraciones públicas es crucial. Las ciudades que fomentan el diálogo y la participación ciudadana pueden diseñar planes de sostenibilidad más inclusivos y efectivos. Esto no sólo mejora la calidad de las políticas, sino que también genera un sentimiento de pertenencia y responsabilidad compartida. La creación de foros, talleres y espacios de debate permite a los ciudadanos aportar sus ideas y preocupaciones, contribuyendo a un plan más robusto y adaptado a las realidades locales.
Gobernanza y participación ciudadana
La gobernanza se refiere a los procesos e instituciones que gestionan la toma de decisiones y el uso de los recursos públicos, buscando que sean eficientes, transparentes y responsables, especialmente en el contexto de la sostenibilidad. La participación ciudadana implica la implicación activa de los individuos y grupos, mediante consultas públicas, talleres y colaboración en proyectos comunitarios, garantizando que las voces de la comunidad se incluyan en las decisiones que les afectan.
La gobernanza y la participación ciudadana son fundamentales para la resiliencia climática de ciudades y territorios, ya que permiten involucrar a la comunidad en el proceso de toma de decisiones, asegurando que las soluciones se adapten a las necesidades locales y reflejen la diversidad de opiniones y experiencias.
¿Cómo podemos ayudar desde Anthesis?
En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático, Anthesis se presenta como un aliado fundamental para los municipios y comunidades que buscan construir ciudades más resilientes y sostenibles. A través de un enfoque integral, el equipo experto asesora en la implementación de soluciones basadas en la naturaleza, la renaturalización urbana y el diseño de infraestructura verde, todo con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y preservar los ecosistemas. Anthesis no sólo ayuda a definir acciones concretas para reducir emisiones y promover la eficiencia energética, sino que también fomenta la participación ciudadana y la gobernanza inclusiva.
Con su experiencia, Anthesis acompaña a las ciudades en su transición hacia un futuro sostenible, asegurando que nadie se quede atrás en esta importante transformación. Si estás preparando a tu municipio para afrontar los retos climáticos del mañana, Anthesis es el socio ideal para guiarte en el camino hacia la resiliencia urbana.
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