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La teoría de la evolución
La teoría de la evolución es la demostración científica de que las especies han ido cambiando a lo largo de la historia de la Tierra, adaptándose a las condiciones ambientales del momento y convirtiéndose en nuevas especies. Como es bien conocido, esta teoría se presentó en 1859 con la obra maestra de Charles Darwin, «El origen de las especies».
Pero lo que no sabe tanta gente, es que Darwin no es el único ideólogo de ese descubrimiento tan importante en la historia de la ciencia. La teoría de la evolución tiene dos padres y el segundo es Alfred Russel Wallace, quien llegó a la misma conclusión que Darwin, a la vez y de forma totalmente independiente.
Aprovechando la exposición que ha presentado el Museo Nacional de Ciencias Naturales sobre Alfred Wallace, en Madrid, vamos a explorar un poco su vida para entender la importancia primordial que tuvo en el planteamiento de la teoría de la evolución.
La primera expedición de Wallace
Alfred Wallace nació en Gales en 1823 y no fue hasta los 20 años que empezó a mostrar interés por la historia natural, inspirado por la amistad que tenía con Henry Bates. Ambos amigos decidieron embarcarse en una expedición para conocer mundo y recolectar diferentes especies en 1848, siguiendo los pasos de referentes como Alexander von Humboldt o Charles Darwin.
Esta primera expedición les llevó a la selva amazónica, donde pasó cuatro años recorriendo varios países siguiendo el río Negro, afluente del Amazonas. Durante esos años, Alfred Wallace recogió numerosas especies de insectos, así como tomó notas sobre las poblaciones humanas que vivían en la región, sus lenguas, la geografía y la fauna y flora que halló.
En 1852 volvió hacia el Reino Unido, pero un incendio en el barco hizo que la tripulación se quedara diez días a la deriva y Wallace perdiera casi todos los especímenes recolectados y las notas tomadas. Sin embargo, pudo llegar a Londres y, durante el año y medio que pasó en la ciudad, escribió numerosos tratados sobre historia natural y mantuvo el contacto con naturalistas destacados de la época, entre ellos el propio Darwin.
La línea de Alfred Wallace y la sorpresa de Darwin
En 1854 volvió a embarcarse en una expedición, esta vez al sudeste asiático, en el archipiélago Malay, donde permaneció hasta 1862. Es durante este período cuando Alfred Wallace hace sus principales contribuciones a la ciencia . Tras recolectar más de 125.000 especies (un millar de ellas nuevas por la ciencia), Wallace cambió sus ideas sobre la evolución de las especies y, en 1858, las compartió con Charles Darwin. Aquel fue el momento en que Darwin se dio cuenta, muy sorprendido, de que habían llegado a la misma conclusión sobre el cambio que experimentan las especies y juntos publicaron un artículo en la Sociedad Linneana de Londres.
Gracias a este artículo, ya los trabajos previos de Darwin y Wallace, la teoría que conocemos hoy en día de la evolución empezó a tomar fuerza ya ser considerada como uno de los hallazgos científicos más importantes de la historia. Darwin acabó de dar notoriedad al descubrimiento con la publicación, un año después, de “El origen de las especies”, por lo que ha terminado llevándose casi todo el mérito.
Alfred Wallace, por su parte, también hizo otro gran aporte a la ciencia, ya que sentó las bases de la biogeografía moderna. Esta disciplina estudia la distribución de las especies en el planeta y el propio conjunto de seres vivos que habitan en un mismo lugar. Las observaciones de Wallace le permitieron descubrir que había una diferencia muy marcada de especies y que existía una frontera imaginaria entre las diferentes partes del archipiélago Malayo. Actualmente, se conoce esta frontera como la Línea de Wallace y corresponde a una barrera geográfica que coincide con una fosa submarina que impide el paso entre ambos lados.
En 1862 regresó al Reino Unido, momento en el que dio a conocer su exposición y sus descubrimientos, aprovechando la fama que había adquirido. Murió en 1913, a la edad de 90 años, en el condado de Dorset, donde fue enterrado.
La evolución de la teoría de la evolución
Sin el papel de Alfred Wallace, Darwin no habría tenido tantos argumentos para publicar su obra magna cuando lo hizo y quizás la teoría de la evolución no hubiera tenido la relevancia que tuvo, generando una gran polémica con el pensamiento religioso de la época. De modo que no podemos obviar el papel de Alfred Wallace en el origen de la teoría de la evolución y debemos considerarlo uno de los padres intelectuales.
Sin embargo, con el tiempo, la teoría original de la evolución ha ido cambiando para dar espacio a nuevas aportaciones y descubrimientos que han matizado, reafirmado o negados ciertos aspectos en el proceso evolutivo de las especies. Inicialmente, Charles Darwin y Alfred Wallace dieron mucho peso a la selección natural, la selección sexual y la competencia, pero desconocían el impacto de la genética.
Los descubrimientos de Gregor Mendel sobre herencia genética y las posteriores investigaciones de la estructura del ADN, del papel de las mutaciones, el fenómeno de la deriva genética, la recombinación genética, la genética de poblaciones y el flujo genético han dado lugar a la versión actual de la teoría de la evolución, llamada síntesis evolutiva moderna.
Al mismo tiempo, se ha visto que existen otros fenómenos que permiten adaptaciones a las especies que también se pueden transmitir entre generaciones, como es la epigenética. Precisamente, el descubrimiento de este proceso ha dado parte de razón a uno de los grandes rivales de Charles Darwin en la teoría de la evolución, Jean-Baptiste Lamarck, quien proponía que los caracteres adquiridos podían transmitirse entre generaciones.
La evolución de la teoría de la evolución, mejor dicho, es un ejemplo muy claro de la importancia de la ciencia, de seguir investigando y del trabajo colaborativo para conseguir que la sociedad y la humanidad siga progresando. El conocimiento es una herramienta vital para hacer frente a los retos actuales y futuros y encontrar soluciones a los problemas existentes, como el cambio climático.
Gracias a este conocimiento, hoy en día sabemos que la causa del aumento de la temperatura es la actividad humana y tenemos una idea bastante clara de cuáles son sus consecuencias. Y esto se ha obtenido a partir de los descubrimientos realizados en el pasado, construyendo sobre los hombros de gigantes que habían abierto nuevas vías de progreso y saberes.
Es una forma de trabajar, un espíritu, que debemos mantener y que debemos potenciar en la lucha contra el cambio climático, en la búsqueda de nuevos remedios para las enfermedades y en la tarea de proteger la biodiversidad y la humanidad. Al igual que hicieron Darwin, Wallace, Mendel, Watson, Crick y tantos otros con la evolución y la genética.
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