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Una ley de cambio climático más que necesaria
El pasado mes de mayo se aprobó la primera Ley de Cambio Climático y Transición Energética en el Estado Español, muy esperada para gran número de sectores con tal de poder hacer frente a esta problemática. Se trata de una ley que sigue las normativas elaboradas por la Unión Europea y otros países del continente y que se enmarca dentro del Pacto Verde europeo. Es una gran noticia que por fin se disponga de una normativa de este tipo.
Aun así, uno de sus principales objetivos, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al menos en un 23 % para 2030, queda lejos de lo que ha definido la Unión Europea: una reducción del 55% para la misma fecha. Este es uno de los motivos por los que se considera una normativa insuficiente, aparte de tardía. El objetivo en el que sí coinciden las diversas normativas es en alcanzar la neutralidad de emisiones de cara a 2050.
Para conseguir estos objetivos, las principales acciones que se destacan de esta ley son:
- la prohibición de dar nuevas licencias y autorizaciones para explorar y explotar hidrocarburos; que ningún coche que se venda emita CO2 en 2040 como tarde;
- la obligación que las gasolineras tengan puntos de recarga para vehículos eléctricos;
- que todos los municipios de más de 50.000 habitantes tengan una zona de bajas emisiones;
- la reformulación de la Ley de Propiedad Horizontal para fomentar la instalación de placas fotovoltaicas de autoconsumo;
- la creación de un plan de rehabilitación de viviendas y de renovación urbana;
- que las entidades financieras publiquen sus objetivos específicos de descarbonización alineados con el Acuerdo de París;
- publicación de un nuevo Plan de Adaptación al Cambio Climático cada cinco años;
- la creación de un comité de personas expertas en cambio climático;
- poner en marcha una asamblea ciudadana para el clima; y
- la inclusión de la educación ambiental en los currículums escolares.
Se trata de una ley que podría ser más ambiciosa con tal de conseguir los objetivos definidos en el Acuerdo de París. Evitar el aumento de la temperatura global por encima de 2ºC y limitarlo a 1’5ºC exige esfuerzos como los marcados por la Unió Europea, con una reducción de más de la mitad de las emisiones mundiales respecto a las emitidas en 1990.
Esta diferencia de 0,5ºC parece poca, pero es bastante significativa por el efecto que puede tener sobre el planeta. Un aumento de medio grado puede intensificar de forma notable los diversos eventos asociados al cambio climático: fenómenos climatológicos extremos (olas de frío y calor, sequías, inundaciones, huracanes), incendios forestales, augmento del nivel del mar, acidificación de los océanos, deshielo de los polos, los glaciares y el permafrost y pérdida de especies.
Las consecuencias que pueden tener no solo son ambiental, si no que afectan a nivel social, sanitario y económico. La disminución de los cultivos, los daños en infraestructuras y el agravamiento de enfermedades tienen su vínculo con el cambio climático.
Aun con la falta de ambición que puede tener la Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica, su aprobación es un paso importante después de numerosos años de atrasamientos. Además, el hecho de que el objetivo de emisiones se revise al alza a partir de 2023 puede ayudar a conseguir que el objetivo final para 2030 esté más cerca de lo que define el Acuerdo de París.
Actualmente estamos en un momento crítico para actuar y evitar daños peores. La ONU ha definido estos próximos años como la Década Decisiva para llevar a cabo todas las iniciativas necesarias y ambiciosas para evitar que la temperatura global no suba por encima del límite marcado. Y las normativas aprobadas para las administraciones públicas son más que bienvenidas, como la del Estado Español o la existente en Cataluña desde 2017.
Solo con el esfuerzo de todas las personas, organizaciones e instituciones se puede revertir la situación y tener una relación sostenible con el planeta. Una relación en la que el ser humano comprenda completamente su papel dentro de la naturaleza y con el resto de las especies que viven en ella. Nuestras acciones generan impactos y hasta ahora han sido principalmente negativos. Pero si somos conscientes de ello también podemos causarlos de forma positiva, mejorando nuestro entorno. Porque el futuro será sostenible o no será.