La evolución de los fenómenos climáticos extremos

Estos escenarios futuros muestran, en resumidas cuentas, que las sequías y las inundaciones pueden ser más intensas y habituales, con los consiguientes impactos económicos y sociales que generan.

huracanes como ejemplos de fenómenos climáticos extremos

Las sequías son uno de los principales fenómenos climáticos extremos

El otoño ya ha llegado y esperamos que venga acompañada de las precipitaciones que habitualmente caen durante esta estación. Unas lluvias más que necesarias después de dos años de sequía y numerosos municipios en estado de alerta por la falta de agua.

La actual sequía no es un fenómeno nuevo en España ni en el arco mediterráneo, pero su duración e intensidad pueden vincularse con los efectos del cambio climático. Las previsiones a día de hoy ya indican un incremento en la frecuencia de fenómenos climáticos extremos como el temporal Gloria, en 2020.

El papel de las DANA en los fenómenos climáticos

Un ejemplo de estas precipitaciones intensas las tenemos con los recientes aguaceros en las Terres de l’Ebre o en el centro de España y en las enormes inundaciones que han sufrido en Grecia, después de un verano terrorífico en cuanto a incendios, debido a la formación de diferentes DANA (depresión aislada en niveles altos).

Una DANA se forma cuando una bolsa de aire frío en altura queda aislada, estática, y entra en contacto con una bolsa de aire caliente y húmedo que llega por debajo y asciende. Cuando chocan, ambas masas reaccionan: la humedad de la bolsa caliente se condensa y desencadena una precipitación.

La formación de una DANA no siempre comporta lluvias torrenciales, pues depende sobre todo de la bolsa de aire caliente que hay debajo: cuanto más diferencia de temperatura tenga y más humedad lleve, más virulenta será la precipitación.

Los modelos predictivos que se usan en meteorología pueden prever con bastante confianza las DANA y se sabe cuándo una masa de aire frío puede quedar aislada dando lugar a este fenómeno. Lo que no se puede prever son sus consecuencias, puesto que depende de la masa de aire caliente en capas más bajas de la atmósfera. Es decir, podemos saber que habrá una DANA, pero no si provocará tormentas y aguaceros.

inundación como ejemplo de fenómenos climáticos extremos

Impacto del cambio climático en las DANA

Vincular los efectos del cambio climático directamente a los desastres no es fácil porque no se puede saber con seguridad si los fenómenos climáticos extremos han sido provocado por esta problemática. Al fin y al cabo, los eventos extremos han sucedido siempre.

Lo que sí puede vincularse es un aumento en la frecuencia de estos fenómenos climáticos mucho más potentes de lo habitual. Una lluvia torrencial podría ocurrir cada diez años (ejemplo hipotético), pero con el cambio climático se prevé que ocurra cada cinco. Esto significa que es el doble de frecuente, pero no que, cuando ocurra, se deba directamente al cambio climático. Y también puede preverse que puedan ser más violentas. Con el aumento de temperatura, el aire puede almacenar más vapor de agua y esto implica mayor humedad. Cuanta más humedad exista, mayor potencia pueden tener las precipitaciones.

Actualmente, el Mediterráneo se está calentando más, por tanto, se evapora más rápido y carga más humedad en el aire. Y un aire más húmedo después de un período muy cálido puede acarrear más fenómenos climáticos extremos como tormentas torrenciales si se dan las condiciones para que se forme una DANA. Y un mar más cálido con un aire más húmedo también puede acarrear la aparición de depresiones lo suficientemente profundas como para que puedan parecerse a ciclones tropicales. Incluso ya se les ha asignado un nombre a estos fenómenos en inglés: medicane, de Mediterranean hurricane.

Adaptaciones a los fenómenos climáticos extremos

La mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos debido al cambio climático, sean sequías o lluvias torrenciales, obliga a realizar medidas de adaptación para minimizar los daños que pueden causar. Numerosas ciudades, por ejemplo, ya han empezado a preparar refugios climáticos para la ciudadanía, de modo que puedan protegerse en oleadas de calor como las de este pasado verano.

En el caso de las lluvias, un buen sistema de drenaje en las ciudades y ecosistemas en buen estado pueden mitigar los daños de las inundaciones. Por ejemplo, la restauración de espacios naturales como marismas o zonas fluviales podría ayudar en este sentido. 

Además, hay que tener en cuenta, en un estudio realizado por ElDiario.es, que alrededor de 1 millón de viviendas en España se encuentran en áreas inundables cuando llueve mucho. La mitigación debería empezar por evitar los daños en estas zonas y la adaptación debería seguir con una buena planificación para no construir más en estos lugares.

Sea como fuere, la adaptación al cambio climático debe llevarse a cabo y es trabajo de la administración y de la sociedad trabajar para conseguir que los impactos de esta problemática sean los más bajos posibles.