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“La tierra no nos pertenece, nosotros le pertenecemos a ella. Es nuestra responsabilidad protegerla y cuidarla. No podemos esperar que otros hagan el trabajo por nosotros; el cambio empieza con nosotros.”
Wangari Maathai, activista ambiental y primera mujer africana en recibir el Premio Nobel de la Paz.
En un mundo cada vez más afectado por la emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y la sobreexplotación de los recursos naturales, la sostenibilidad del planeta se presenta como uno de los mayores desafíos de este siglo y que marcará nuestro futuro. Para abordar esta crisis, no solo es crucial implementar tecnologías innovadoras o políticas globales, sino que también se necesita un cambio profundo en los comportamientos individuales y colectivos. El cambio de comportamiento, por lo tanto, se convierte en un factor determinante para la sostenibilidad del planeta y el futuro de la humanidad: nos urge pasar del SABER al HACER, para realmente SER sostenibles.
La emergencia climática ha puesto de manifiesto la urgencia de repensar nuestras prácticas. Diversos estudios han demostrado que una mejora en la toma de decisiones cotidianas de los individuos – como el consumo de energía, el transporte o la generación de residuos – tiene un gran potencial para mitigar el cambio climático. Como apuntan investigaciones como las de Gardner y Stern (2008) en su artículo “The Short List: The Most Effective Actions U.S. Households Can Take to Curb Climate Change”, el cambio de comportamiento personal en áreas como la eficiencia energética y la reducción del consumo en los hogares podría reducir hasta un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero actuales.
Investigaciones como las de Steg et al. (2019) en su trabajo “Promoting Pro-Environmental Behaviour” destacan que los comportamientos sostenibles pueden ser promovidos a través de intervenciones que combinan la educación ambiental, incentivos económicos y el fortalecimiento de normas sociales. Cambiar el comportamiento no es solo cuestión de información, sino también de motivación, capacidad, apoyo social y de la creación de un entorno que facilite la adopción de prácticas sostenibles.
En este sentido, en Anthesis tenemos claro que la sostenibilidad no es una moda pasajera, sino una responsabilidad compartida y sostenida en el tiempo. Sabemos que, para alcanzar una transición efectiva hacia prácticas más sostenibles y cumplir con los objetivos de la Agenda 2030, es fundamental promover el cambio de comportamiento en todos los niveles. Por ello, ayudamos a nuestros clientes a integrar la sostenibilidad en sus operaciones, procesos y cultura organizacional, apoyándolos en la implementación de estrategias que fomenten la adopción de políticas hábitos responsables tanto a nivel empresarial como individual. A través de consultorías personalizadas y programas educativos y formativos, trabajamos de la mano con cada cliente para facilitar su camino hacia un futuro más sostenible, asegurándonos de que este cambio se convierta en una parte integral de su identidad.
Un claro ejemplo es el Ateneo de Fabricación digital del Parque tecnológico de Nou Barris, un espacio maker de Barcelona Activa para la transformación social donde nuestros equipos trabajan para capacitar para la acción, directamente con la ciudadanía. En este espacio promovemos el trabajo en red y las colaboraciones estratégicas con entidades y colectivos de la ciudad, así como con otros espacios maker y ateneos, para fomentar la transformación social con la ciudadanía del barrio a través de la tecnología y la ciencia de la fabricación digital. Trabajamos poniendo el foco en metodologías participativas en el marco del diseño social, abriendo espacios de debate y reflexión para poder innovar y priorizar las necesidades de la ciudadanía. Algunas de las metodologías aplicadas son el Design thinking el cual utilizamos para buscar soluciones para conseguir el bienestar de la persona o colectivo destinatario más allá de los intereses comerciales o institucionales. En esta metodología, todas las personas son miembros activos de todas las fases del proyecto, el cual se ha definido conjuntamente, con la finalidad de capacitar para la acción.
Otra de las metodologías aplicada es la escalera de la participación, donde trabajamos con la finalidad de encontrar una solución para una persona o colectivo. Finalmente, otro activo a destacar del Ateneo es el sistema de contraprestación, en el cual los usuarios del espacio maker realizan talleres para el público general (entre otras iniciativas) como retorno no económico al uso del espacio. Esta iniciativa está muy bien valorada tanto a nivel del propio equipo como a nivel de la ciudadanía, ya que se establece una conexión de igual a igual, entre ciudadanos, para capacitar para la acción.
En Anthesis también desarrollamos y dinamizamos proyectos de Aprendizaje-servicio en el marco de los distintos programas educativos que gestionamos. Estos proyectos son iniciativas que combinan el aprendizaje académico con la acción social, permitiendo a los participantes abordar problemas ambientales y sociales mientras adquieren conocimientos prácticos. Estas experiencias no solo promueven la conciencia ecológica, sino que también fomentan un cambio de comportamiento hacia prácticas más responsables y sostenibles.
Al involucrar a las personas en proyectos que buscan soluciones a retos ambientales, se impulsa un sentido de compromiso con la preservación del entorno, promoviendo valores como el cuidado del medio ambiente, la cooperación y la justicia social. De esta manera, los participantes se convierten en agentes activos de cambio, desarrollando habilidades que les permiten contribuir de forma efectiva a la sostenibilidad de su comunidad.
“En medio de las divisiones geopolíticas y las incertidumbres, el mundo necesita que los países se unan”.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU. COP29
En Anthesis creemos que esta transformación es posible y por ello diseñamos acciones educativas que promueven el cambio de hábitos y comportamientos individuales y colectivos, siendo estos factores imprescindibles para lograr el equilibrio ecosistémico del planeta. Cada acción consciente contribuye a la protección del planeta y al bienestar de las generaciones futuras, y es necesario que estas sean relevantes y a gran escala dada la urgencia de la situación en la que nos encontramos. Es fundamental que las empresas y las personas asumamos nuestra responsabilidad en la transformación hacia prácticas más responsables. Solo a través de un compromiso colectivo y continuo podremos generar un impacto positivo y duradero en nuestro entorno.
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