De la Conciencia a la Acción: El poder del cambio de comportamiento

El cambio, en su esencia más pura, es el motor del progreso. Ya sea a nivel personal, social o global, el cambio impulsa la evolución y la adaptación a un mundo en constante transformación. En el contexto de la sostenibilidad, el cambio se vuelve imperativo. Para abordar los desafíos ambientales y sociales que enfrentamos, debemos transformar no solo nuestras políticas y tecnologías, sino también nuestros comportamientos y hábitos cotidianos. O, dicho de otro modo, para que las políticas surtan efecto y las tecnologías puedan implantarse, es requisito indispensable que las personas estén convencidas y tengan los conocimientos y habilidades suficientes para llevarlas a cabo.  

¿Cómo podemos incrementar el uso de transporte público? ¿Cómo podemos reducir el desperdicio de alimentos en restaurantes o comedores escolares? ¿Y aumentar la compra de productos sostenibles? ¿O incrementar los porcentajes de recogida selectiva en una empresa o ciudad?

La educación transformadora se erige como un pilar fundamental en el camino hacia un futuro sostenible. Esta forma de aprendizaje va más allá de la simple adquisición de conocimientos, involucrando a la mente, el corazón y las manos en un viaje de exploración y experiencia. Sin embargo, el conocimiento por sí solo no garantiza la acción. Aquí es donde entra en juego el cambio de comportamiento como una herramienta vital para traducir la conciencia en acción, y generar impacto. 

“El cambio de comportamiento influye en casi 2/3 de las reducciones de emisiones. La mayor parte procede de la adopción por parte de los consumidores de tecnologías con bajas emisiones de carbono, como los coches eléctricos, pero el 8% de la reducción total de emisiones procede de cambios directos de prácticas, como la reducción de los vuelos de negocios”.

International Energy Agency’s 

Entendiendo el Cambio de Comportamiento 

El cambio de comportamiento desempeña un papel crucial en la reducción de emisiones y la promoción de prácticas sostenibles. Desde la adopción de tecnologías bajas en carbono hasta la modificación directa de prácticas comerciales, cada cambio cuenta en la lucha contra el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.

En nuestra búsqueda colectiva por un futuro más sostenible, nos enfrentamos a la necesidad de cambiar nuestros comportamientos diarios. Este cambio no solo implica adoptar prácticas más sostenibles, sino también revisar y reformular nuestros valores fundamentales, atravesar diversas etapas de cambio y responder a una red de influencias cognitivas, estructurales y sociales.

Los valores, arraigados en nuestras creencias y principios, actúan como el motor que impulsa nuestras acciones diarias. Cuando los valores están alineados con la sostenibilidad, es más probable que busquemos comportamientos que respalden la salud del planeta. Sin embargo, la transición de valores no es instantánea; es un proceso que puede ser influenciado por una variedad de factores.

Además de los factores internos, no debemos subestimar el poder de las influencias sociales en nuestro proceso de cambio, ya que los comportamientos están enraizados en las normas sociales y las expectativas de nuestro entorno. Desde la presión de los compañeros hasta el ejemplo de líderes y figuras públicas, las influencias sociales pueden catalizar o obstaculizar nuestra voluntad de cambiar.

A su vez, las influencias cognitivas moldean nuestras percepciones y decisiones. Por ejemplo, cómo percibimos los problemas ambientales o si creemos que nuestras acciones pueden tener un impacto. También, influencias como las políticas del gobierno y la facilidad de acceso a diferentes opciones, facilita o dificulta la adopción de comportamientos sostenibles.

Modelos para el Cambio Efectivo  

Son diversos lo modelos de cambio de comportamiento que nos ayudan a diseñar estrategias efectivas, intervenciones y campañas que promuevan un impacto real en las acciones de las personas. Aun así, todas las intervenciones deben partir de un análisis inicial, en el que se estudie el comportamiento actual, se analice las personas destinatarias y su contexto.

Cada comportamiento es diferente y, en contextos diferentes, tiene barreras y motivaciones distintas. No se trata de encontrar una solución mágica para que toda la población tome siempre las mejores decisiones, sino más bien de diseñar las estrategias efectivas para favorecer los comportamientos adecuados, teniendo en cuenta el contexto y la realidad de cada persona.  

El Modelo Transteórico de Cambio, propuesto por Prochaska y DiClemente, ofrece una guía sobre las etapas que atraviesan las personas hacia la adopción y el mantenimiento de nuevos comportamientos. Se trata de un proceso dinámico y gradual para el que será necesario definir diferentes intervenciones en función de la etapa.  

El modelo COM-B, por otro lado, sugiere que el comportamiento humano es el resultado de la interacción dinámica entre estas tres dimensiones: la capacidad, la oportunidad y la motivación. Esta estructura teórica nos permite identificar puntos de intervención específicos para promover acciones sostenibles de manera efectiva. Por ejemplo, una persona puede tener la capacidad y la motivación para reciclar, pero si no hay instalaciones de reciclaje cerca de su hogar (oportunidades), es menos probable que realice la acción.

Del mismo modo, una persona puede tener la oportunidad y la motivación para realizar una tarea laboral, pero si carece de conocimientos sobre cómo hacerlo de manera efectiva (capacidades), es menos probable que lo haga. En función de la dimensión que se deba potenciar, diseñaremos intervenciones específicas, o combinaciones de intervenciones, para potenciar el comportamiento deseado: formación, incentivos, mejora de la arquitectura de decisión, comunicación, modificación del entorno físico… 

Aplicaciones del cambio de comportamiento para las organizaciones 

En el contexto corporativo, el cambio de comportamiento puede ser una herramienta poderosa para acelerar la transición hacia la sostenibilidad. Al influir en las acciones y actitudes de personas trabajadoras, clientes, consumidores y otras partes interesadas, las organizaciones pueden promover prácticas más sostenibles de manera efectiva y duradera, consiguiendo así alcanzar sus objetivos en sostenibilidad. Desde la mejora de la salud y bienestar en el trabajo, pasando por la eficiencia operativa, la mejora de la experiencia del cliente. 

A nivel climático, el cambio de compartimento puede lograr avances significativos en la mitigación de su huella de carbono, especialmente en relación con las emisiones de efecto invernadero de alcance 3. A través del diseño de intervenciones efectivas se pueden incrementar las prácticas sostenibles entre proveedores y clientes. Además, también puede tener un impacto en las emisiones de alcance 4, potenciando el uso de esos productos o servicios más sostenibles que evitan emisiones de gases de efecto invernadero. 

Ya sea a nivel personal, social u organizacional, el cambio de comportamiento se posiciona como una herramienta poderosa para impulsar la acción climática y promover prácticas sostenibles en todas las facetas de nuestra vida cotidiana. En Anthesis, somos conscientes de la necesidad de comprender las complejidades del comportamiento humano para diseñar estrategias de cambio efectivas adaptadas a cada contexto y acompañar a las organizaciones en la generación de impacto y valor compartido.